Del impacto de las nuevas tecnologías y de los recientes desarrollos teóricos sobre cómo el cerebro aprende han resultado ideas, metodologías y formas de pensar originales sobre la enseñanza y el aprendizaje. Esto es cierto para lo que se refiere a la enseñanza de la lectura y la escritura.

En los tiempos actuales, ¿cuáles son esos modos de leer y escribir necesarios de introducir en la escuela?, ¿qué quiere decir “leer y escribir bien? Esbocemos algunas propuestas: La lectura no puede concebirse como un proceso de descifrar símbolos o repetir contenidos; y la escritura no consiste en “volcar las ideas sobre el papel”.

Leer consiste más bien en encontrar sentidos, para lo cual el lector deberá dialogar con el texto, expresar sus acuerdos y desacuerdos, querer saber más sobre el tema, abrir otros interrogantes, construir sentidos con sus pares. La escritura debería plantearse como problema, desafío y proyectos de producción como los que proponen Maite Alvarado y Jimena Dib.
Es equivocado pensar que hay una sola línea de interpretación posible para cada lectura. “No, a la homogeneización, a las propuestas aplanadoras, a las lecturas y escrituras todas igualitas”, subraya María del Gaspar Pilar.
La formación de lectores y escritores no es responsabilidad única de la asignatura de comunicación y lenguaje. Los alumnos deben resolver problemas de escritura en todas las áreas del conocimiento, para que los estudiantes interioricen las ideas y conceptos que están aprendiendo en cada una de ellas.
Es equivocado afirmar que la lectura debería ser aprendida en la primaria y que en la escuela secundaria deberían estar en otra cosa. En la secundaria, el lector continúa aprendiendo a leer de forma más minuciosa, crítica, atenta, extensa; y debe aprender a leer los nuevos géneros que se trabajan en ese nivel como son los artículos de investigación, ensayos, demostraciones matemáticas y reseñas de experimentos en ciencias.
Reconozcamos el enorme potencial de las tecnologías digitales y cuánto enriquecen el ambiente de aprendizaje de los estudiantes. Especialmente en lo que se refiere a la multimodalidad, ellas facilitan el desarrollo de más competencias y destrezas diferentes a las de tiempos pasados.

En la actualidad, se nos han presentado dos procesos altamente transformadores. Por una parte, las innovaciones tecnológicas recientes (a partir de 1974), vinculadas al Internet; y, por otra, los nuevos estudios cognitivos (a partir de los años de 1980 y 1990) sobre cómo los seres humanos aprendemos. Ambos procesos han comenzado a generar didácticas renovadas de la lectura y la escritura. En todo caso, recordemos que estas deben constituir una experiencia significativa, una construcción de sentido, se lleve a cabo con o sin pantallas.

Irene Piedrasanta

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